¿Qué duele más cuando algo se rompe? Hay momentos en los que la vida nos deja en pausa. No porque no sepamos qué hacer, sino porque no entendemos qué pasó. Una relación que parecía sólida se desvanece. Un proyecto que nos ilusionaba se diluye. Y entonces surge la pregunta: ¿Qué raya más, la incertidumbre de no saber por qué, o la decepción de que algo tan bueno se haya ido? La incertidumbre: el vacío sin respuestas Pero, ¿Qué raya más? ¿Qué hacer con eso? El silencio: ¿respuesta sabia o verdugo emocional? El silencio como respuesta sabia El silencio como castigo ¿Cómo navegarlo? La incertidumbre tiene filo. Es la ausencia de cierre, el eco de preguntas sin contestar. ¿Fue algo que hice? ¿Hubo señales que no vi? ¿Por qué no hubo una despedida clara? Nos deja atrapadas en el análisis. Nos hace dudar de nuestra intuición. Nos roba el descanso emocional. La mente busca sentido, pero no lo encuentra. Y en ese limbo, el dolor se vuelve difuso, persistente, casi existencial. La decepció...
En el anhelo de reconectar con mi esencia y construir algo nuevo, encontré este camino de autodescubrimiento. En lugar de ignorar mis partes fragmentadas, decidí desmantelar el viejo espejo que no reflejaba mi verdadero Yo!, enfrentándome a mis imperfecciones con el coraje necesario para encontrar belleza en ellas, lejos de la perfección y cerca de la aceptación. Abrazo mis grietas y las transformo en una narrativa más enriquecedora y completa...